lunes, 14 de junio de 2010

KICK-ASS Y EL PUNK INGLÉS TRASNOCHADO


Vaya por delante que no había leído el cómic (y me alegro de no haberlo hecho, porque con toda esa ultraviolencia y lo infantiles que dibuja John Romita Jr. a los adolescentes, seguro que es un tebeo que hiere sensibilidades, viendo a niños encajar ostias, vaya humor de mierda que tiene estos guionistas ingleses) pero con la película me lo pasé bomba. Quizá porque sí que iba concienciado a ver como decían en la publicidad, a Kill Bill mezclado con superhéroes. Sí, superhéroes, porque Kick-Ass no es, como nos la han vendido, de chavales que pretenden ser superhéroes, sino de un chaval que, sin tener superpoderes, se ve metido en un cómic con héroes reales. Porque Big Papi y Hit Girl son el Batman y la Robin de Frank Miller. ¿Álguien lo dudaba? La peli es buena en ritmo, la música genial, todo trepidante, etc. pero gastada la broma esto no aguanta una secuela. Y corrompe el ideal de héroe que teníamos hasta ahora. Un imbécil que se viste de super, un expolicía que entrena a su hija de doce años para que se convierta en una sádica asesina (¿Nicolas Cage dice a todos los papeles que sí?) Kick-Ass patea el culo de este género, pero se sirve de todas sus artimañas, su tiempo-bala, posturistas e incluso superpoderes encubiertos de entrenamiento y tecnología. Y muestran a una sociedad cibertonta, que graba en móvil la violencia en vez de acabar con ella. Si Mark Millar quiere criticar a esta sociedad tal vez debería de hacer esos tebeos en los que sólo hay irreverencias y ostias a mansalva, porque él está creando a gente que sólo exclama: ¡Qué guay, cómo joden al bueno/malo! A ver si Warren Ellis y Millar miran más a Moore, Morrison y Gaiman, y dejan de mirarse el ombligo.

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