
2011 ha traído dos coleccionables de tebeos aún más pretéritos que los de mi infancia. Son los que leían mi madre o mis tíos, el TBO (había otros, el DDt, Din-Dan, Tío-Vivo, Pumby) que un hermano de mi abuela les tiró para que estudiasen y se dejasen de acumular TBOs bajo la cama. También ha salido otra colección de Roberto Alcázar y Pedrín, que mi padre leía bastante. Merece la pena hacerse por lo menos con la primera entrega de cada uno.
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